Aquellas personas que presentan algún grado de enfermedad en las encías tienen mayor riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular (cifra muy preocupantes debido a que un alto porcentaje de la población presentan algún problema de las encías y/o periodontal, según un estudio conjunto realizado por las Sociedades Españolas de Cardiología y de Periodoncia).
«El cuidado de la salud periodontal es fundamental en la prevención de enfermedades cardiovasculares,»
La Asociación Americana de Cardiología recomienda el cuidado de las encías como una más de las estrategias de prevención de la cardiopatía isquémica (infarto, trombosis, accidentes vasculares, etc.).
«Las personas con periodontitis tienen no solo un mayor factor de riesgo en su salud dental, sino también en su corazón y vasos sanguíneos», dice William Watt Kerr, profesor de Clínica Médica de la Universidad de California, Estados Unidos.
La Dra. Rubilar de la Fundación Cardiológica Argentina asegura que los “estudios recientes demuestran que la enfermedad periodontal se encuentra a igual medida de importancia que los factores de riesgo bien conocidos como la hipertensión arterial, el tabaquismo, el colesterol elevado, o la diabetes».
¿Cuál es la vinculación entre encías y corazón?
Las encías pueden infectarse. Esa infección puede ir a otras partes del cuerpo. En cuanto al corazón los estudios indican que las propias bacterias o elementos producidos por la infección ingresan a la sangre y se depositan en las paredes internas de las arterias coronarias. Esto puede generar coágulos y éstos provocar un ataque cardíaco.
Existen muchos estudios que advierten que las bacterias de la enfermedad de las encías promueven el desarrollo de lesión aterosclerótica y con ello aumentan el riesgo de precipitar eventos cardiovasculares. El mayor riesgo es que avanzan en forma silenciosa, tanto la enfermedad de las encías como la del corazón.
Rubilar comenta que «Cuando hay sangrado por enfermedades periodontales hay una gran movilización de factores inflamatorios, entre ellos bacterias y toxinas, que son capaces de movilizar una placa de ateroma (depósito de colesterol en la pared de una arteria) y de esta forma tapar totalmente una arteria coronaria».
Dentro de estos estudios, el Journal of Dentistry publica: “La enfermedad periodontal contribuye al infarto agudo de miocardio incluso en pacientes ni diabéticos, ni fumadores, independientemente de otros factores. Estos resultados implican que la periodontitis puede surgir como una nueva diana para reducir el riesgo futuro del infarto del corazón.” (Ver artículo)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incorporó la salud bucodental a las políticas sanitarias preventivas. También la Unión Europea promociona el desarrollo de políticas de salud para enfermedades crónicas, incluyendo en ellas las bucodentales más comunes, como la de la encías y/o periodontal.
Coincide la Dirección General de Salud Pública en los Estados Unidos que afirma que una buena salud bucal es esencial para mantener la salud general del individuo.
El mecanismo
Más allá de las bacterias hay otros factores descubiertos en los últimos años. Veamos algunos:
1) Una proteína implicada en la inflamación de las encías puede aumentar la placa que contienen los vasos sanguíneos, según un estudio presentado en Aterosclerosis de la American Heart Association, Trombosis y Biología Vascular (Sesiones Científicas 2012 en Chicago).
La proteína, CD36, se encuentra en las células de la sangre, así como muchos otros tipos de células. La investigación ha demostrado que CD36 puede aumentar los efectos nocivos del colesterol «malo» o lipoproteína de baja densidad (LDL).
2) La revista PLoS One de Julio de 2015 publicó un artículo de Rathnayake N et al, en conjunto con PAROKRANK (Periodontitis y su relación con la artropatía coronaria), cuyas conclusiones son las siguientes: “Los resultados ilustran la importancia de considerar la influencia de las condiciones orales en el análisis de los niveles de los biomarcadores inflamatorios.” El estudio fue hecho en Suecia durante una año y medio en el que todos los participantes fueron mantenidos en ayunas una hora antes de la examen dental. Primero se recogieron saliva y muestras bacterianas y el luego se hizo el examen bucal de dientes presentes, lesiones de tejidos blandos, caries dental y el estado periodontal, incluyendo la profundidad de sondaje (bolsas), sangrado al sondaje y la placa bacteriana. La movilidad y la furcación (separación entre raíces de molares) también se registraron.
Por tanto, los mecanismos de acción parecen ser más de uno.
Sin embargo hay voces que advierten que aún no existe una demostración contundente.
“No se ha demostrado que la enfermedad de las encías causa la enfermedad aterosclerótica del corazón o un derrame cerebral, y el tratamiento de la enfermedad de las encías no se ha demostrado que previene las enfermedades del corazón o un derrame cerebral.” Esto dice un nuevo comunicado científico publicado en la revista Circulation, que pertenece a la American Heart Association.
Debemos diferenciar en que la enfermedad periodontal CAUSE enfermedades cardíacas o que AUMENTE el RIESGO de causarlas.
Entiendo que la conducta a seguir es clara: cuidar nuestra boca.
Señales de alarma
Preocuparnos por el estado de nuestras encías para actuar pronto y evitar daños irreversibles.
Son señales en las encías
Sangrado
Enrojecimiento
Inflamación
Dolor
Mal aliento
Mal gusto
Hipersensibilidad al frío
Dientes móviles
Dientes que cambiaron de lugar o se separaron
¿Qué hacemos?
Consultar a nuestro dentista.
Cuidar la higiene de la boca con el cepillo indicado para nuestro caso, el hilo y el enjuague bucal.
Controlar nuestra salud bucal cada 6 meses o el tiempo que nuestro dentista nos asignó.
Desinfectar con láser nuestras encías.
Lo que no debemos hacer: ponernos nerviosos (o paranoicos). Hoy conocemos más sobre las enfermedades, sobre el tratamiento y sobre la cura.
«Nunca antes la ciencia y la medicina han sido tan rápidas a la hora de descubrir, identificar el origen y aportar tratamiento para una nueva enfermedad» (Françoise Barré-Sinoussi, Francia, 1947, Premio Nobel de Medicina 2008).