Desde hace décadas, se aspira a lograr hacer órganos o partes de estos partiendo casi de la nada.
En lugar de hacer injertos tomando partes de otras zonas de nuestro organismo, o trasplantando órganos enteros, la idea para un grupo de investigadores (¿debería decir soñadores?) siempre fue crear órganos nuevos del propio paciente. O parte de ellos. O tejidos faltantes o que haya que recambiar.
Si bien hay centros que lo hacen desde hace años, como el Wake Forest Institute liderados por el Dr. Anthony Atala, en Australia un equipo de investigación está trabajando direccionados a lo mismo pero desde una perspectiva diferente y en la que la tecnología juega el rol de elaboración principal: es el desarrollo de la nueva tecnología de bioprinting 3-D para diseñar y producir a medida hueso y tejido gingival para ser implantado en el maxilar.
Pero se sigue buscando mejorar.
Todo parte de Células Madre Dentales
Por supuesto que para lograr esto se requiere guardar células madre de los dientes (o de grasa o de médula ósea).
Es fundamental entonces tener preservadas las propias células de los dientes (las de grasa y médula ósea no se preservan) en un sistema serio y seguro.
Las de cordón umbilical aún no sirven para este procedimiento, ya que todavía no se pueden multiplicar, y por el momento sólo sirven para solucionar enfermedades de la sangre (anemias, leucemias y otras).
La Medicina Regenerativa no se limita a estructura de los maxilares, encía o dientes, sino a TODOS los tejidos del organismo, lográndose hasta el momento tratar muchas enfermedades y hacer trasplantes de varios órganos
Biopringting 3D
El Dental Tribune publicó al respecto:
“La innovadora tecnología, que está actualmente siendo desarrollada como parte de un estudio de tres años en la Universidad de Griffith, promete hacer crecer el hueso y tejido perdido a partir de las células del propio paciente. Después de escanear la mandíbula afectada, se utiliza un bioprinter especial para fabricar las estructuras de soporte, como hueso, ligamento periodontal y cemento del diente, en un único proceso, explica el Prof. Saso Ivanovski, del Instituto Menzies de Salud de Queensland de la universidad.
La nueva tecnología mejoraría significativamente los métodos tradicionales, que implican el uso de hueso y tejido de otras partes del cuerpo, como la cadera y de vez en cuando el cráneo.
«Mediante este sofisticado enfoque en ingeniería tisular, podemos utilizar un método mucho menos invasivo de reemplazo óseo», comentó Ivanovski. Utilizar estructuras obtenidas de las células del paciente disminuye también el riesgo de rechazo y permite que la nueva estructura crezca en su tejido circundante. «Al final de todo el proceso, no sería posible identificar cuál es el hueso viejo y nuevo,» agregó.
Si vivo en Uruguay ¿tengo acceso?
Otra ventaja del procedimiento es que los pacientes en ubicaciones remotas no tendrían que viajar largas distancias para acudir a clínicas especializadas para un procedimiento invasivo. En su lugar, bastaría con una tomografía computarizada de la región dañada hecha en un centro regional, que luego podría ser enviada a un bioprinter 3-D para fabricar un reemplazo.
La nueva tecnología está actualmente en ensayos preclínicos e Ivanovski y su equipo esperan poder aplicarla a seres humanos en dos años.
Si tiene éxito, el nuevo procedimiento sería menos doloroso para los pacientes y tendría un menor riesgo de rechazo que los tejidos tradicionales de injertos óseos tomados de otras partes del cuerpo.”
Si bien esto es más específico, ya se hace en otras partes como el mencionado Wake Forest.
El estudio australiano trae mayor eficacia a lo conseguido hasta ahora, que no es poco.
De hecho, ya no trabajamos con injertos tomado de otra parte del cuerpo, sino que utilizamos técnicas mucho más conservadoras, haciendo usos de materiales biológicos que reemplazan o regeneran a los tejidos perdidos.
La forma de contactar a especialistas es por cuenta del paciente o a través de los especialistas del Banco que criopreserva, servicio para aquellos que hayan hecho un procedimiento allí.
Betty Williams nacida en 1943 en Irlanda del Norte, Premio Nobel de la Paz 1976, dijo “ No tiene sentido que hables del problema a menos que hables de la solución”.
Y en esa lucha se han alineado investigadores y científicos del mundo.
Tenemos hoy soluciones que podemos utilizar.