Coincido con Julia Roberts. Y debemos tener en cuenta sus palabras (ver al final). Traigo esto por lo que escuché de una paciente:
«Hace pocos días fui al odontólogo por una plaquita para que no se movieran mis dientes. Pero en lugar de atender a mi pedido, me encontró (¡cuándo no!) unos problemas “funcionales” que –según él- eran muy importantes, y me propuso otras cosas. Más caras, por supuesto. ¿Las necesito? Usted qué piensa?»
¿Suele pasar esto cuando vamos al odontólogo? ¿Cuántas veces sucede que vamos a hacernos una limpieza o una revisión y nos ofrecen algo en lo que ni siquiera imaginamos?
La confianza es clave, pero ¿alcanza?
En general tenemos un dentista. A veces nuestro dentista nos refiere a otro para un tratamiento especial, como por ejemplo una ortodoncia, o una cirugía de terceros molares (muelas de juicio).
Existen clínicas en las que hay un dentista de cabecera y un equipo que trabaja bajo su supervisión. O clínicas en las que trabajan varios dentistas que comparten el lugar.
A nuestro entender, esos modelos de atención deben ser mejorados. Necesitamos una segunda opinión, o una tercera.
La conocida frase“Si sólo tienes un martillo, todo parece un clavo“ (Abraham Maslow “The Psychology of Science“,1966) explica con claridad el punto de que si nuestro dentista o la clínica a la que vamos se dedica o especializa en algo, recurrirá a lo que sabe sin someter a varios profesionales el caso para ser eficaces en la salud, la función y la estética.
Lo ideal es tener un equipo de odontólogos, especialistas en todas las áreas de la odontología, que te estudien y diagnostiquen desde varios puntos de vista. Es tener varias opiniones, que deberán resumirse en una propuesta de tratamiento por los especialistas involucrados.
Y esto no encarece, sino que abarata los tratamientos, ya que se planifican en forma ordenada y no se multiplican trabajos y sesiones.
El tiempo, un valor fundamental
Es común que para realizarnos un “arreglo” demoremos 3 o 4 citas (o semanas en el mejor de los casos). Eso es inaceptable, salvo que existan causas biológicas en la que se deban respetar determinados lapsos.
Suele acontecer que los laboratorios externos están acostumbrados también a ese sistema, y si el dentista depende de ellos, nos encontramos atrapados en ese círculo.
Un equipo, con laboratorio incluido o coordinado correctamente, tiene la posibilidad de solucionar tu caso en poquísimo tiempo y con la mejor calidad. Más ahora, en la era de adelantos digitales.
Nuestro derechos
Lo que sigue está extractado del Código de Ética de la Asociación Dental Americana (ADA).
LIBERTAD Y PARTICIPAR
El dentista tiene el deber de respetar los derechos del paciente a la libre determinación y la confidencialidad.
Bajo este principio, las obligaciones primarias del dentista incluyen involucrar a los pacientes en las decisiones de tratamiento de una manera significativa, teniendo debidamente en cuenta las necesidades, deseos y habilidades del paciente, y salvaguardando la privacidad del paciente.
INFORMAR
El dentista debe informar al paciente del tratamiento propuesto, y cualquier alternativa razonable, de tal manera que permita al paciente involucrarse en las decisiones de tratamiento.
El dentista debe informar el costo del tratamiento propuesto, de cada etapa o del tratamiento total.
CONFIDENCIALIDAD
Los dentistas están obligados a salvaguardar la confidencialidad de los registros de los pacientes. Los dentistas deben mantener registros de pacientes de una manera consistente con la protección del bienestar del paciente.
PROPORCIONAR INFORMACIÓN
A solicitud de un paciente u otro dentista, los dentistas deberán proporcionar cualquier información de acuerdo con la ley aplicable que sea beneficiosa para el tratamiento futuro de ese paciente.
“Todo lo que hago tiene propósito y lo hago de la mejor manera que sé hacerlo. Puede ser que no sea la manera más fácil. Pero es cómo me gusta hacerlo.” Julia Roberts