CÓMO CAMBIARNOS A NOSOTROS MISMOS PODRÍA CAMBIAR LA PREVENCIÓN. La formación de hábitos puede ser difícil, pero no hay forma de evitarlo cuando se trata de la salud bucal y general a largo plazo.
LAS RUTINAS ESTABLES SON LA BASE DE LOS HÁBITOS
Últimamente, sin embargo, la pandemia de COVID-19 nos ha mostrado el desafío de fomentar hábitos en tiempos disruptivos.
Considerando que los períodos de cambio brindan oportunidades para crear hábitos que promuevan una mejor salud bucal, un estudio reciente del Instituto Gottlieb Duttweiler (Suiza) exploró qué apoyo se necesita para lograrlo. ¿La respuesta? Un sistema de salud basado en la prevención que no se parece en nada al que conocemos hoy.
En un mundo que está en constante y cada vez más rápido cambio, crear y mantener hábitos que promuevan la salud requiere una gran dosis de autocontrol y planificación consciente.
EL PODER DEL HÁBITO
La mayoría de los hábitos son subconscientes. Pero aquí está el problema: si los hábitos rara vez se cuestionan, los que no son saludables pueden deslizarse fácilmente.
Dado que los comportamientos relacionados con la higiene bucal también son hábitos, es fundamental fomentar solo aquellos que sean beneficiosos. ¿Pero cómo?
LA RUTINA LO ES TODO
Nuestro entorno tiene una gran influencia en nuestro comportamiento.
Por esta razón, cambiar el entorno de una persona de manera que se fomente un estilo de vida saludable requiere un cierto grado de estabilidad en su vida.
Cuanto más estable es la vida de una persona, más recurre a los hábitos. Una persona podría colocar un cepillo de dientes en su escritorio en el trabajo para recordarle que se cepille después del almuerzo, creando así un hábito desencadenado por el medio ambiente, por ejemplo. En otras palabras, los hábitos son maleables.
Cuando se trata de salud bucal, cambiar el comportamiento es solo una cara de la moneda. Evitar los malos hábitos y mantener los comportamientos que promueven la salud, incluso en un entorno cambiante, es la otra.
EL GRAN DISRUPTOR: COVID-19
En la sociedad actual, el cambio es una constante. El cambio climático y el mercado laboral en rápida evolución, por ejemplo, requieren una flexibilidad constante por parte de las personas.
Desde el año pasado, la mayoría de nosotros hemos visto nuestras vidas interrumpidas por la pandemia de COVID-19. Ya sea en la dieta, hacer ejercicio o fumar, el impacto en nuestra salud fue obvio.
Claramente, el cambio no es necesariamente negativo. Pero, ¿qué es lo que conecta a aquellas personas que logran convertir el cambio en hábitos promotores de la salud? La respuesta puede estar en una habilidad específica: la autorregulación.
LA IMPORTANCIA DE LA AUTORREGULACIÓN
Cuando la rutina se ve afectada, se necesita una acción consciente en forma de autorregulación para mantener o establecer un hábito saludable.
En resumen, la autorregulación es la capacidad de controlar y reflexionar conscientemente sobre el propio comportamiento y planificarlo a largo plazo, en lugar de actuar únicamente sobre impulsos a corto plazo.
UNA SOCIEDAD EN TRANSICIÓN
Hoy en día, varios desarrollos ya están impulsando los sistemas de salud hacia la prevención. En las sociedades occidentales que envejecen, el enfoque de los sistemas de salud se está desplazando cada vez más hacia las enfermedades crónicas, el estrés crónico y los problemas de salud mental.
UN MUNDO MÁS SALUDABLE COMIENZA CON NOSOTROS
Necesitamos un cambio de mentalidad, alejándonos del enfoque reduccionista y hacia un enfoque más preventivo, interdisciplinario y holístico.
Ya no veríamos la salud como una serie de intervenciones agudas, sino como un proyecto para toda la vida.
Fuentes principales:
Gottlieb Duttweiler Institute, Suiza
Curaden, Julio 12, 2021
DTI, Europe