El Botox es una herramienta muy útil en los tratamientos para el bruxismo, las contracturas y el dolor. Sus resultados son inmediatos y mejores en el correr de los días. Veamos otras experiencias en la aplicación de esta técnica, complementaria a otras (láser, placas de relajación, ejercicios, equilibrado dentario, etc.).
Mi amigo Enrique Jadad escribió un buen artículo este mes de Junio. A continuación transcribo parte del mismo:
EL PROBLEMA
El bruxismo ha sido descrito en la literatura como el hábito involuntario de rechinar o apretar los dientes. Cuando tendemos a rechinar o apretar los dientes, la musculatura del sistema masticatorio se encuentra en estado de hiperactividad. Este fenómeno se ha reportado que tiene altos índices de prevalencia en adultos y en la población infantil.
Son muchos los hábitos parafuncionales, aparte de rechinar o apretar los dientes: podemos citar el morderse los labios, la lengua o las mejillas, el comerse las uñas, lápices o similares. Los reportes de casos indican que muchas personas realizan una o más de estas actividades de manera inconsciente.
No se ha encontrado consenso acerca de la etiología del bruxismo, por lo que se lo considera una patología de origen multifactorial en la cual influyen factores locales oclusales, psicológicos, tensionales, neurológicos y alteraciones del sueño.
¿CUÁNDO APARECE EL BRUXISMO?
El bruxismo se hace presente tanto de día como de noche. El bruxismo diurno se relaciona directamente con estrés y ansiedad, afecta a un 20% de la población y es el tipo de bruxismo menos estudiado, donde las pruebas a efectuar alteran el comportamiento de los pacientes.
Por su parte, el bruxismo nocturno se presenta durante el sueño (fase REM) y afecta del 8 al 16% de la población, no hay diferencias entre los géneros y es inversamente proporcional a la edad de los pacientes. Cuando se presentan casos severos de bruxismo, el paciente rechina los dientes por más de 45 minutos seguidos aplicando fuerzas mayores que en la masticación. Estos hábitos parafuncionales han llegado a más de 100 kilogramos, según estudios.
Los pacientes en un gran porcentaje no detectan los síntomas porque se generan de manera inconsciente durante la fase de sueño. En los casos crónicos o de larga data, aparecen tensiones o hipertrofia de la musculatura masticatoria. Los estudios sobre el bruxismo nos hablan de dolor en los dientes, las articulaciones témporo mandibulares (ATM), ruidos en las articulaciones, la sien, los oídos (ruidos y tinitus), la nuca y los hombros.
De los procesos más complejos referente a esta disfunción es su diagnóstico. Al ser un acto inconsciente, que se presenta adicional al acto de masticar o deglutir, en gran porcentaje de los casos no se le trata a tiempo y los pacientes acuden a buscar tratamiento cuando los daños en los dientes y estructuras adyacentes al sistema gnático son evidentes.
BOTOX PARA EL BRUXISMO
En la literatura aparecen cada vez más aplicaciones de la toxina botulínica para el tratamiento de mialgias masticatorias, bruxismo y luxación de la mandíbula.
La toxina botulínica ha existido por siglos, pero sus efectos benéficos solo se han considerado válidos desde hace relativamente poco tiempo.
La toxina botulínica es una sustancia anticolinérgica que actúa principalmente como relajante muscular e inhibe la liberación de acetilcolina. Este compuesto en actúa sobre las terminaciones nerviosas presinápticas mediante un mecanismo que impide la acción de los iones de calcio en el proceso necesario para la liberación de acetilcolina y disminuye el potencial de placa, causando finalmente una parálisis muscular.
Desde hace varias décadas, el producto conocido como botox ha sido formulado y aplicado en el manejo de patologías como problemas neurológicos, estrabismos, distonías musculares, enfermedades del sistema digestivo, en urología y en el manejo de correcciones estéticas. Se ha utilizado por más de 15 años para tratar cerca de un millón de pacientes en todo el mundo y está aprobado por los minis- terios de salud de más de 100 países.
SEGURIDAD DEL BOTOX
Se ha reportado el botox para el tratamiento de desórdenes de la articulación temporomandibular, obteniendo mejoría en la sintomatología estadísticamente significativa. La toxina botulínica tipo A se ha utilizado como manejo conservador de la hipertrofia de músculos maseteros y temporales, encontrando a esta toxina segura y una alternativa para su tratamiento.
Los estudios reportados en la literatura muestran resultados satisfactorios para pacientes con bruxismo utilizando toxina botulínica tipo A, ofreciendo seguridad y efectividad en manos entrenadas, con mínimos efectos adversos, siendo un tratamiento conservador. Esta literatura sobre el bruxismo está creciendo exponencialmente día a día en revistas indexadas del mundo entero.
El 94.1% de los pacientes reportan de buenos a excelentes resultados des- pués del uso de botox para el manejo del bruxismo. El efecto del medicamento es de 2 a 10 días después del inicio de la terapia (pero el efecto inicial es inmediato) , donde es importante el conocimiento técnico, la pericia y la manipulación del producto para lograr resultados que mejoren la calidad de vida a los pacientes.